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La Estepa. El Cardadal

Yendo de Albalate a Lécera, desde que coronamos la cuesta de San Cristóbal hasta que entramos en la provincia de Zaragoza, una inmensa e insondable llanura (casi 4000 Has.) nos acompaña a la derecha de la carretera. Si nos internamos en ella, podemos encontrar paisajes levemente diferenciados (de Este a Oeste):

Las Planetas” –en la parte más oriental, más pegada a la carretera de Urrea- es el más claro exponente de estepa pura y dura. Lomas peladas y vetas de alabastro. Ha sido declarada recientemente Zona de Especial protección de las Aves Esteparias. (Especies como la avutarda, la alondra Dupont o el alcaraván sólo son visibles en estos parajes).

Las Cabañuelas” y “El Espartal” , con su característico suelo gris pardo, alterna barbechos y rastrojos –estupendo refugio de codornices-.

El Bolar” y “El Cardadal”: Aquí el terreno es distinto, de polvo muy fino y casi completamente blanco volviéndose más salobre e incultivable conforme se avanza hacia “El Salobral” y “La Madriguera”. Este tipo de terreno, con la lluvia se convierte en impracticable para cualquier tipo de vehículo (Los más ancianos cuentan que antaño, cuando llovía en “El Cardadal”, se ataban a dos caballerías sendas sogas que arrastraban por el suelo y se apostaba a cual de ellas sería la primera en caer rendida por el peso del barro adherido).

El Plano”: De “Los Mases” en adelante, el terreno se vuelve progresivamente marrón y más fértil. De hecho, hasta Lécera, ya apenas hay terrenos baldíos. Y aquí ya no se ven sólo sembrados y ginestas (como en “el Cardadal”) sino que abundan además las viñas, y las “almendreras” (espectaculares cuando echan la flor, allá por marzo).

Tal vez ésta no sea la parte del pueblo que más llama la atención de los lugareños, acostumbrados a ver en ella simplemente campos que labrar, viñas que “vendemar” y -a menudo- tierras demasiado salobres para lo uno y lo otro.

Sin embargo , para cualquier urbanita -que desde su ventana no puede observar más que el bloque de pisos de enfrente- el hecho de dar una vuelta de 360 grados sobre sí mismo sin que nada se interponga entre sus ojos y la línea increíblemente plana del horizonte , supone en sí mismo un verdadero e inusitado lujo.

Desde cualquier punto de “Las Cabañuelas”, “El Cardadal” o “El Plano” podemos brindarles a nuestros “congéneres de ciudad” este milagro de llanura, paz y silencio, donde su mirada pueda perderse, expandirse, relajarse.

Cuando algo mínimamente vertical se interpone ante esa mirada, llama la atención de un modo exagerado, infantil: así sucede con el “impelte del Bolar” –olivo señero de soledad- o con “Los Mases”- línea de casas, aprovechando una leve cresta del terreno, donde nuestros abuelos pasaban duros y largos meses de verano, sin bajar al pueblo.-

ACCESIBILIDAD: Se puede ir por la senda del Bolar, a la derecha de la A-223, dirección Lécera (km. 34), y volver por el camino del regadío (Urrea), o por la Cultía (Híjar). O viceversa.

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